jueves, 1 de diciembre de 2011

Inviernos de nuestra infancia: el calendario de adviento

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Cuando somos pequeños no existen las estaciones del año: nuestro calendario lo marcan las vacaciones escolares. Así, el otoño significaba la vuelta al cole, el invierno estaba directamente relacionado con las vacaciones de Navidad, la primavera, con Semana Santa y Pascua, y el verano traía el fin del curso escolar. Como en este blog nos interesa todo lo que tenga que ver con el período invernal, con este post empezamos serie relacionada con los recuerdos de la infancia que conservamos acerca de la época más fría del año.



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Lo que definitivamente me hacía ser consciente de que llegaba el invierno a casa era abrir la primera ventanita del calendario de adviento que mi madre nos regalaba cada año. Eso significaba que sólo me separaban 24 días de la nochebuena y de los regalos que el señor gordito vestido de rojo dejaba en casa de mis abuelos, y que tan sólo uno o dos días más tarde cambiábamos la ciudad por las montañas para esperar la visita de los Magos de Oriente.




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Se cree que el calendario de adviento tiene su origen en la Alemania protestante de mediados del siglo XIX. Las familias pintaban 24 líneas con un trozo de tiza en las paredes y los niños eran los encargados de ir borrando una línea por día hasta nochebuena. Otras familias pegaban imágenes relacionadas con la Navidad, escribían pasajes bíblicos o encendían una vela cada semana hasta completar cada uno de los cuatro domingos de adviento.
El primer calendario impreso apareció a principios del siglo XX gracias a Gehrand Lang. Se trataba de 24 imágenes que había que recortar y pegar en una pieza de cartón. Años más tarde lo perfeccionó, incluyéndole 24 pequeñas ventanas.
Durante la ocupación nazi, se prohibieron los calendarios debido al racionamiento del papel y el cartón, y la población buscó alternativas: saquitos con dulces, casilleros con pequeñas figuras, etc
Después de la guerra, Richard Sellmer, propietario de una imprenta, resucitó el negocio. Hoy en día incluso se pueden comprar sus calendarios por internet: http://www.sellmer-verlag.de/shop3/index.php
No fue hasta 1958 cuando se comercializaron los calendarios que tenían una chocolatina detrás de cada ventanita.

Los primeros calendarios que tuvimos en casa, simplemente tenían un dibujito en cada casilla: unos representaban figuras del belén, otros eran juguetes, algunos tenían purpurina... pero los que más nos gustaban eran los que tenían chocolate, que todo sea dicho, estaba malísimo. ¡¡Lo que nos hacía ilusión era abrir y descubrir la figurita!!

Y vosotros, ¿habéis abierto hoy la primera ventanita del calendario de este año? ;)


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