lunes, 29 de noviembre de 2010

Navidad en Europa: Mercadillos

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Photo by ]babi] on Flickr


Aunque no a todo el mundo le guste al navidad, el que más y el que menos se ha paseado alguna vez por el mercadillo navideño de su pueblo o ciudad, o recuerda cuando de pequeño ponían el belén en su casa y era tradición ir a comprar las figuras.

Si tenéis unos días libres antes de que acabe el año, o simplemente estáis aburridos de comprar los adornos de navidad en los chinos del barrio, a continuación encontraréis algunos de los mercadillos navideños europeos más reseñables:

Alemania
: Se puede decir que en este país nacieron los mercadillos navideños, ya que hay constancia escrita de que en Dresden ya se celebraba uno allá por el año 1434. En la actualidad este mercado tiene más de un kilómetro de largo. En cualquiera de ellos no dejes de probar el Glühwein, o vino caliente, así como cualquiera de los dulces típicos navideños alemanes: pan dulce con frutos secos, pasteles de mazapán, etc. También merecen la pena los de Munich, Nuremberg, Hamburgo, Colonia, Berlín, Bremen, Ratisbona, y un largo etcétera.

Austria: Destacables los puestos de madera decorada típicos de los mercados de Viena, Innsbruck, Salzburgo, etc y los de las pequeñas poblaciones históricas como Lienz, Kufstein… No olvides buscar las Nikolausplätzchen o masitas de San Nicolas, una especie de pastitas de té con mermelada en el centro, muy típicas de la navidad autriaca.

Estonia: Cuenta la leyenda que en 1441 durante una feria navideña en Tallin, un comerciante soltero bailó y cantó junto con las chicas del lugar alrededor de un árbol, al que posteriormente prendieron fuego. Se dice que aquí nació la tradición de iluminar el árbol de Navidad. En esa misma plaza donde se celebraba la feria, se sitúa hoy el mercadillo navideño más importante del país.

Francia: Debido a su proximidad con Alemania, aquí también existe mucha tradición de mercadillos. Uno de los más antiguos es el de Estrasburgo, en la región de Alsacia. En París hay puestos prácticamente en cada barrio, y más pequeños aunque igualmente bonitos son los de Colmar, Aviñon o Tolosa. Típico de la navidad aquí es el "Bûche de Nöel" o tronco de navidad: una lámina de bizcocho enrollada y rellena, cubierta de chocolate, caramelo, crema, mermelada...

Reino Unido: En el siglo XVII se abolieron todas las manifestaciones populares relacionadas de algún modo con la navidad, entre ellas los mercadillos, así que la tradición de celebrarlos es relativamente moderna. No te pierdas los de Edimburgo, Glasgow, Oxford, Canterbury y el castillo de Rochester. Y como dice el refrán de "donde fueres haz no que vieres", prueba el Christmas pudding (bizcocho hecho a basede ciruelas pasas y frutos secos y emborrachado con brandy). Ojo, que es tan denso que muchas veces lo acompañarán con helado o similar porque es imposible comerlo a palo seco.

Escandinavia: No hay escenario mejor para un mercado navideño que cualquier paisaje nevado. En Suecia, al igual que en el resto de países escandinavos, se celebra la festividad de Santa Lucía el 13 de Diciembre, lo que supone uno de los puntos álgidos de la navidad. Si estás en Estocolmo, Mälmo o Gotteborg no olvides pasarte por alguno de sus mercadillos. En Finlandia, y más concretamente en Rovaniemi podemos encontrar el poblado de Papá Noël, que atiende personalmente las peticiones de los niños (y no tan niños!!). Y en Noruega no te pierdas el mercado que se celebra en el Norsk Folkmuseet (museo de la historia cultural), donde se recrean típicas poblaciones rurales de distintas zonas del país, todas decoradas de la forma tradicional.
En cualquiera de los paises escandinavos que visites encontrarás galletas de gengibre y figuritas de mazapán con las más variadas formas.

Como os he dicho más arriba éstos son sólo una muestra, pero seguro que vosotros habeis ido a alguno que no esté en esta lista. ¿Los compartís con nosotros? ;-)

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Una taza de té humeante

El té es una de esas bebidas que, aunque se toman todo el año, tras una ventana en un día frío de invierno, o delante de una chimenea, sabe muchísimo mejor.
Hay muchas combinaciones y muchos nombres que se puede dar a las infusiones de té, pero hay cuatro variedades puras que vamos a distinguir, todas provienen de la misma planta:

La planta de té se llama Camellia Sinensis y su aspecto es este:



En función de cuándo se recogen las hojas y qué se hace con ellas las variedades fundamentales son:

Té Blanco: se trata de brotes nuevos de la planta, aún no tienen clorofila, de hecho a veces incluso se tapan las hojas para que no les dé el sol. Se dejan marchitar hasta cierto grado y después se secan. La infusión es de un color claro.
Té Verde: las hojas de té aún no están oxidadas, se recogen verdes, se tuestan, se prensan, se enrollan, trituran y secan. La infusión tiene también un color bastante claro.
Té Negro: este es el más común, la típica bolsita de Hornimans que produce una infusión de un color entre rojo y marrón. Las hojas se enrollan y se dejan oxidar totalmente, después se secan y se trituran.
Té Rojo (Pu Erh): Aunque ahora puede encontrarse en muchos sitios este es un té raro, que durante muchos años sólo consumía la nobleza china. Al contrario que otros tés que se toman al poco tiempo de su recolección, éste se fermenta en barricas de roble por un mínimo de 2 años y a veces hasta por 60!! Tiene un sabor terroso muy diferente a otros tipos de tés. Es común que se venda en origen en ladrillos, tortas, bolas o pastillas compactas que de deshacen para tomar, pero en el circuito de venta al gran público ya lo encontramos desmenuzado. La infusión resultante tiene un color cobrizo intenso.

Torta de Pu Erh. Foto Jason Fasi (Wikimedia)


Sobre estas variedades de tés puros podemos encontrar una infinidad de combinaciones y mezclas, entre ellos, con frutas, flores, especias..., cada té tiene un momento, y cada uno unas propiedades. De esto podemos hablar otro día.


lunes, 22 de noviembre de 2010

La Tartiflette

El invierno está a punto de empezar, y la tartiflette es plato ideal para una reunión de domingo en casa con la familia o para rematar una agotadora jornada de esquí.

La tartiflette es una receta relativamente moderna: su origen tiene lugar en las regiones de Saboya y Alta-Saboya (Francia) en la década de los 80, y está inspirada en un plato tradicional a base de patatas, cebollas y queso reblochon, elaborado en una sartén de mango muy largo llamada péla en francoprovenzal. El Sindicato Interprofesional del Queso Reblochón fue quien realmente ideó y difundió esta receta para impulsar y redoblar las ventas de este queso, que iban de mal en peor. Los habitantes de estas zonas de Saboya no oyeron hablar de la tartiflette hasta que este plato dominó los menus de los restaurantes de las estaciones de esqui. Hoy en dia es sinónimo de autenticidad e imagen montañera, e incluso hay multiples variantes y recetas para prepararlo. En la foto, puesto típico saboyardo en un mercadillo de la Défénse, en París, donde preparan tartiflette.

En casa, la que siempre ha cocinado mi padre (a quien agradezco esta receta) es algo así como esta:


Receta para 4 personas hambrientas:
  • 1 queso Reblochon de 500 g (lo podéis encontrar en Carrefour, por ejemplo)
  • 1 kg de patatas
  • 200 g de bacon en tiras
  • 1 cebolla
  • 1 vaso de vino blanco seco

Cocer las patatas sin pelar en agua con sal. Cuando estén listas y con cuidado de no quemaros, pelarlas y cortarlas en rodajas medianas. Saltearlas en una sartén con la cebolla picadita y el bacon. Añadir el vino blanco y dejar 5 minutos a fuego medio. Colocar todo en una fuente para horno y cubrir con el queso cortado en taquitos, pequeñas porciones, lonchas, etc a gusto de los consumidores... Meter al horno, que previamente habremos precalentado a unos 210ºC, hasta que esté el queso fundido y dorado. Servir caliente. Perfecto para acompañar un buen plato de salchichas o con una ensalada como plato único.


Lo dicho, una receta realmente contundente que espero que probéis en casa. À bientôt!!

sábado, 13 de noviembre de 2010

De edredones y mantas

Kitty 'n Foot
by mr.bmonroe, on Flickr

Atrás quedaron ya los tiempos donde las madres o abuelas, cuando entraba el invierno, sacaban las mantas de los armarios para vestir las camas de la casa. Aquellas pesadas mantas de lana o sintéticas que, junto con las sábanas, nos remetían por debajo del colchón para que no nos destapásemos por la noche.

Hoy en día los edredones nórdicos han sustituido a las mantas, que han quedado prácticamente relegadas al sofá como complemento de la siesta o de una buena peli. Pero no son exactamente como las de antes: se han adecuado a su función actual. Mantas hechas artesanalmente de punto, de forro polar, de patchwork, de algodón, de colores llamativos, con estampados… Aún recuerdo cuando entró el primer edredón nórdico en mi casa. Ya de por sí me costaba madrugar y aquello de hacer la cama por la mañanas se me hacía cuesta arriba, así que mi madre pensó que sería más fácil si sólo debía estirar el edredón antes de irme al cole. Un edredón de plumas que compró en Marks & Spencer (cuando aún tenían tienda en Madrid) y una funda fucsia y blanca de rayitas.

Los edredones nórdicos abrigan tanto o más que las mantas y pesan bastante menos, pero no todos son iguales. Deberemos prestar atención al elegirlos:

-El relleno. Si el relleno es de fibras (naturales como el algodón o sintéticas como la guata) hay que tener en cuenta que tienen menos poder aislante que los de plumas, pero por el contrario se pueden lavar en casa y evitan alergias. Si el relleno es de pluma debemos buscar que mezcle pluma y plumón (a más cantidad de plumón, mayor poder calorífico y aislante).

-El gramaje, que debe estar especificado por cada fabricante. Es el calor que nos dará el edredón: a más gramaje, más calor. Deberemos elegirlo en función de lo frioleros o calurosos que seamos y de la temperatura de nuestra habitación.

-El exterior. Los mejores edredones están recubiertos por algodón 100% y cosidos “a cuadraditos”. Así nos aseguramos que el relleno no se mueve más de lo necesario y evitaremos que haya zonas que se queden vacías, y no nos abriguen.

Para su limpieza es muy importante seguir las indicaciones del fabricante y, si se tienen dudas, llevarlo a un centro de limpieza especializado (una tintorería, por ejemplo). Esto, y la elección de una buena funda que lo proteja serán aspectos esenciales para que nuestro edredón dure tanto o más como las mantas de nuestras abuelas.

No hay nada mejor para el invierno que proveerse de un buen edredón. Felices (y edredonados!) sueños.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Todo lo bueno del invierno

Tazas humeantes, cristales empañados, manta, castañas asadas, chocolate caliente… Dos vueltas de bufanda. Dos pares de calcetines. Invierno. ¿Qué os sugiere todo esto?

Aquí no vais a encontrar las últimas novedades en moda baño, una receta para hacer granizado de limón casero, o nuestras aventuras en las últimas playas que hemos visitado. Sin embargo, si disfrutas cuando los termómetros comienzan a marcar números de una sola cifra, tu plan ideal para una tarde de sábado incluye libro, manta y chimenea, o en tu armario hay más forros polares y botas de invierno que vestidos y sandalias: enhorabuena, has llegado al que esperamos sea tu lugar.

Esperemos que lo disfrutéis. Bienvenid@s.